Arco de las Monjas. Acequia de Aynadamar

Siglo XI-XVI

Callejón de las Monjas

El Arco de las Monjas, sencillo acueducto en ladrillo de un sólo arco y adosado a los muros del convento de Santa Isabel la Real, posee el valor histórico de ser uno de los escasos testimonios arquitectónicos de la acequia de Aynadamar a su paso por el Albayzín.

La acequia de Aynadamar, llamada por los árabes como Ayn al-Dama o Fuente de las Lágrimas, fue construida bajo la dinastía zirí granadina para abasto de la Alcazaba Qadima, en la época del rey Badis (1038-1077). No obstante, con su compleja red de ramales terminaría abasteciendo la casi totalidad de los aljibes del Albaicín islámico

Esta acequia se surte del manantial artesiano de Fuente Grande, junto a la localidad granadina de Alfacar. Recorre desde este punto algo más de 10 kilómetros, surtiendo a su paso varias huertas y molinos, hasta el pago de Manflor, antes de repartirse por varios ramales urbanos.

Desde este pago, a las afueras del Albaicín, salían dos ramales secundarios. Uno atravesaba la puerta de Fajalauza para abastecer varios aljibes, como Santa Isabel de los Abades. Otro, desde el camino de San Antonio llegaba hasta el Hospital Real. El ramal principal entraba al Albaicín por el callejón de la Alberzana y Aljibe de Paso hasta la Casa de los Mascarones, de donde salía un brazo secundario hacia San Bartolomé y San Cristóbal. Desde aquí, continuaba por la calle del Agua (Baños del Albazyín) con nuevos ramales en esta calle y hacia la de Panaderos. La acequia principal, pasada Plaza Larga, formaba un sifón para elevar el agua a la altura de la Alcazaba, surtiendo los aljibes de la Gitana y del Rey, donde volvía a dividirse en varios ramales hacia el aljibe del Gato, hacia el de la Cruz Verde y hacia Daralhorra.

Precisamente, el Arco de las Monjas forma parte de la acequia que, desde el Aljibe del Rey, descendía hasta el palacio de Daralhorra, cimentado sobre los restos del alcázar zirí del rey Badis. Tras pasar el citado arco, la acequia continúa surtiendo otras zonas del Albaicín, como los aljibes de San Miguel y de San José, con nuevos ramales, que abastecían, respectivamente, al aljibe de Oidores y al del Zenete.

En suma, una compleja trama hidráulica que, unida a la existencia de otras acequias derivadas tanto del Darro (acequias Real de la Alhambra, de Axares y de Romayla) como del Genil (acequia Gorda) hizo de la Granada islámica y cristiana una civilización del agua sin par en su época. Junto a ello, la especialización de varios oficios, tanto de origen musulmán como morisco (acequieros o zanaguidles, aljiberos, cañeros) permitió su funcionamiento hasta mediados del siglo XX.

Así, el Arco de las Monjas era una acequia que entraba directamente al palacio de Daralhorra por un costado del edificio. Su fábrica, como corresponde a estructuras hidráulicas de uso muy prolongado en el tiempo, debe ser posterior a la época islámica. El acueducto está íntegramente realizado con ladrillo y se trata de un solo arco de medio punto, ligeramente peraltado. Alcanza 2,50 metros de altura y la anchura del mismo es de 80 centímetros. El antepecho o plataforma para la circulación del agua también es obra de ladrillo, cubierta por una tajea del mismo material, para preservar la calidad y limpieza del agua.

Sabías que…

El Arco de las Monjas fue conocido también como Arco del Ladrón de Agua. Esto se debe a que los vecinos del lugar robaban el agua antes de que entrara al palacio de Dar-al-Horra. Otro popular nombre, el Arco de los Ahorcados, hunde su origen en los hechos acaecidos una mañana del mes de marzo de 1713 cuando aparecieron colgados don Álvaro Beltrán García, vizconde de Cardona, su secretario y cinco hombres más. Estos habían confabulado durante la Guerra de Sucesión para restablecer a los Austrias en el trono español en detrimento de Felipe V.

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