Iglesia de Santa Ana y San Gil
Siglo XVI
Plaza de Santa Ana
Si entramos al Albaicín por Plaza Nueva, la iglesia de Santa Ana es la primera iglesia que encontraremos de un amplio número de templos que en origen fueron mezquitas. Es, además, uno de los más destacados templos del mudéjar granadino.
Este templo se construye a partir de 1537, sobre la mezquita Almanzora, fundada por el rey Badis, en el siglo XI. Cuando la Iglesia de San Gil se derribó en 1869, la iglesia de Santa Ana pasó a ser sede de la parroquia de San Gil. Desde 1948 la parroquia se denomina Iglesia de Santa Ana y de San Gil. La iglesia es sede de la Real Hermandad de Jesús del Gran Poder y la Virgen de la Esperanza, ambas imágenes procesionan el martes Santo. Fue declarado Bien de Interés Cultural en 1931.
Entre las particularidades de este templo encontramos la regularización de su planta, de una sola nave, con capillas entre contrafuertes y presbiterio de gran desarrollo. Por supuesto, la riqueza de su patrimonio artístico; y, en suma, el impacto visual y urbano de su exterior, gracias a una de las más bellas torres mudéjares de la ciudad y la portada renacentista trazada por Sebastián de Alcántara, discípulo de Diego de Siloé. Esta refleja la preeminencia de la iglesia institucional sobre un espacio de culto concebido para el adoctrinamiento de los moriscos.
Por todo ello, es considerada paradigma del tipo arquitectónico de las iglesias mudéjares granadinas. Este fue concebido para materializar el plan de parroquiales instituido en la ciudad por el cardenal D. Pedro González de Mendoza en 1501 y supuso la ejecución de un complejo programa de cristianización de la estructura urbana basado en la instauración de veintitrés parroquias, la mayor parte de ellas erigidas en el núcleo morisco del Albaicín sobre el solar en que se habían levantado las antiguas mezquitas musulmanas. De hecho, estas parroquias cristinas, cuya implantación ayuda a liquidar la imagen ambiental de la ciudad nazarí, no fueron sólo un elemento vital para la cristianización de Granada, sino también un instrumento fundamental para el control y el sometimiento de la población morisca y la redefinición urbanística de la ciudad en época moderna.
La iglesia de Santa Ana, en su origen, no formaba parte del perímetro de Plaza Nueva, sino que quedaba separada de ésta por una serie de construcciones, entre las que sobresalía un pilar de mármol pardo y blanco, con posterioridad a la propia iglesia, entre 1590 y 1593. Era el denominado Pilar de las Ninfas, fue erigido como parte del programa de ampliación del embovedado del Darro frente a la fachada de la Chancillería con objeto de embellecer la plaza, otorgándole una perspectiva de cierre monumental. Pero sus grandes dimensiones (10 metros de largo por 8 de alto) no sólo ocultaron el cauce del río, sino también la fachada de la iglesia, de la que únicamente sería visible su torre. Este monumental templo fue proyectado por Diego de Siloé, combina soluciones renacentistas y mudéjares.
La portada renacentista abre con un arco de medio punto, está plagada de motivos platerescos como veneras, grutescos, guirnaldas, cabezas de ángeles. En las hornacinas aparecen Santa Ana (central), María Salomé y María Jacob. Sobre estas, un tondo con la Virgen y el Niño.
Su interior mudéjar fue redecorado en época barroca con profusión de molduras y sobredorados. El espacio se cubre con armaduras mudéjares de gran valor, por su elegante trabajo de lacería y decoración de mocárabes.
La construcción de la espléndida torre-campanario de ladrillo fue encargada en 1561 al albañil Juan de Castellar, quien la finalizó en 1563. De planta rectangular y emplazada a los pies de la nave, se compone de tres cuerpos. En el primero, de mayor altura, se abren tres pisos con arcos de diversas formas, que se decoran con albanegas de azulejos. Destaca el último de ellos, compuesto por arcos geminados y fina columna de mármol. El segundo cuerpo, el del campanario, está separado del inferior mediante una cornisa con decoración de cerámica vidriada colocada al sesgo y con tonos blancos y azules. En él se abren amplios vanos de medio punto con decoración de azulejos. Se remata este cuerpo por un alero de amplio volado sostenido por canes. Por último, un pequeño cuerpo, a manera de chapitel, culmina la construcción, presentando dibujos en zig-zag formados por cerámica vidriada de tonos similares a los que decoran la cornisa que separa el primer y segundo cuerpo.
Entre las obras conservadas en la nave de esta iglesia sobresalen dos tallas de José de Mora: la Dolorosa (tercera capilla de la derecha) y el San Pantaleón (tercera capilla de la izquierda). También deben destacarse la Virgen de la Esperanza de José Risueño (segunda capilla de la derecha) y un Calvario de Diego de Aranda (segunda capilla de la izquierda). Por su parte, en el fondo de la capilla mayor se halla un San Jerónimo de Risueño y un lienzo del Nacimiento de la Virgen de Pedro Atanasio Bocanegra. En esta parroquia están enterrados el pintor y escultor José Risueño y el historiador Francisco Bermúdez de Pedraza.

Sabías que…
¿La Iglesia de Santa Ana era el punto de partida de los entierros? Para las personas más pobres, existía una «caja de ánimas», muy sencilla, de madera, que transportaba al muerto y una vez depositado en la fosa, la caja se devolvía al Ayuntamiento para esperar al nuevo inquilino. En los clamores que anunciaban los muertos en la Iglesia de Santa Ana, había varias categorías: dos clamores, mujer; tres, hombre; cuatro sacerdote; cinco, obispo; once, papa, rey o reina.
Federico García Lorca, en uno de sus paseos por Plaza Nueva, le dedicó estas palabras a la torre de la Iglesia de Santa Ana: «Torre diminuta, más para palomas, que para campanas, hecha con todo el garbo y la gracia antigua de Granada».
¿Sabías que Mariana Pineda, la popular heroína ejecutada durante el reinado de Fernando VII, contrajo matrimonio en esta Iglesia?
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